Bartimeo (Nunca se me ocurrio algo como esto pero...)

por Samuel Vie 22 Mayo 2009, 00:15

B A R T I M E O

¿Usted es Bartimeo? Le dije, con un poco de incredulidad al hombre que me miraba fijamente, pero con mirada cristalina y transparente.

“Y claro muchacho…, el mismo, hijo de Timeo, y sanado por Jesús, Hijo de David, en Jericó. Fui el último sanado por El en su ministerio terrenal según cuenta la Biblia”.

“Siempre quise conocerlo, realmente lo admiro, desde muy niño escucho predicaciones sobre su revelaci… (jajaja esbozó Bartimeo) y su valenti… (jojojo)” me interrumpió: “la verdad que te voy a usar para que se sepa la verdad”.”Tanto han alabado mi condición humilde de mendigo. De mi rápida respuesta de levantarme y abandonar el manto cuando el me llamó y otras cosas mas que no son así como Uds., creen”.

“En realidad yo conocía hacía mucho tiempo a Jesús, aún antes de principiar su ministerio”. “Pero yo me fui quedando ciego y me fui recluyendo y no tratándome con los otros”. “Cuando Jesús comenzó su ministerio y pasaba cerca de mí con sus discípulos y seguidores, se sentía un gran mover de gente y así comencé a acercarme a su grupo, yo deseaba que me sanara pero a la vez a mí me servía porque al hablar Jesús tocaba los corazones y a los fariseos también les convenía tener algún pobre o enfermo cerca para dar sus dádivas públicas. Yo fui aprovechando y acostumbrándome, y así sucedió, que se me fue haciendo costumbre el estar cerca de Jesús. El pasaba cerca de mí, yo lo sé. Pero pensaba: si el sabe y el me ve, yo no necesito decirle nada. Hasta que llegó ese día cuando venían saliendo de Jericó. ¿Notaste que sabían mi nombre? Eso era porque me conocían, y yo me beneficiaba con cada oportunidad que El se manifestaba en el lugar pero lo único que satisfacía era mi mendicidad.

Yo estaba allí, El estaba cerca, sanaba, resucitaba, consolaba, pero nunca era para mí. Yo nunca me integraba, no sacaba afuera lo que ocurría dentro de mí, era como que me había acostumbrado a esa Presencia y mas no formaba parte de ella. Era muy grande mí necesidad, pero era mas grande mí comodidad, temía pedirle, no quería romper ese cerco que había hecho yo mismo de protección de mi yo y de autolástima.

Las palabras del Espíritu Santo fueron terminantes: “Es tu última oportunidad” me dijo y continúo: “¡Clama a voz en cuello!” “¡con todo tu ser!” y así lo hice. “Sabes…las reuniones que hacía Jesús eran tan lindas, tan inolvidables, pero a mí se me había hecho como una insensibilidad que no podía salir”. Si bien estaba Su Presencia y el pasaba cerca de mí, no producía nada en mí. No me tocaban sus grandes milagros, ni resurrecciones, ni sus palabras, yo me había sumido en una especie de indiferencia que sabía me llevaba y ahondaba aún mas mi profunda ceguera.

Yo no podía salir de mi condición, pero El estaba pasando una vez más. Era mi última oportunidad. Su Espíritu me habló y clamé con todo mi corazón… y yo sabía que el estaba cerca, muy cerquita y bueno… ya sabés que pasó ya es historia conocida.

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